¡Empatía!

Acabo de llegar a casa y a pesar de las horas me he tenido que poner a escribir porque este mundo se nos está yendo de las manos y creo que ya va siendo hora que alguien ponga pie en pared y diga “HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO”.

El trabajar de cara al público siempre ha sido deporte de riesgo, pero de unos años para acá decir esto es quedarse realmente corto.

Hoy escribo por todas las personas que trabajamos así y no por lo que nosotros vivimos a diario, que desde hace unos años ha pasado a ser el pan nuestro de cada día porque todo el mundo se considera con derecho a ofendernos solo por trabajar donde trabajamos, si no por lo que acabo de presenciar en un supermercado, que es el fiel reflejo de la realidad de prácticamente todas las personas que trabajan de cara al público (y no eran jóvenes precisamente, vamos a decir que eran una pareja de edad intermedia los que se comportaron realmente mal con una empleada de caja de un supermercado y me ocasionaron este desahogo).

Las personas y voy a utilizar este término porque considero que tengo educación como para referirme a ellas así, aunque no lo merezcan, consideran que te pueden faltar al respeto, decirte lo que les venga a la boca en ese momento, ofenderte hasta el extremo, a pesar de no tener razón y de no entender que las normas y los horarios no las ponen los visitantes, si no las empresas, que los empleados lo único que hacemos es acatarlas y explicarlas educadamente, como así nos enseñaron nuestros padres y en la escuela.

Somos, o éramos, porque veo que cada vez se estila menos en personas de todas las edades, de las generaciones en las que se daban los buenos días o las buenas tardes, las cosas se pedían por favor, a los desconocidos se les trataba de usted salvo que te dijeran lo contrario, se daba las gracias, se pedía perdón, en definitiva, de las que nos enseñaron valores, derechos pero también obligaciones, responsabilidad, formalidad y ante todo respeto por uno mismo pero sobre todo a los demás.

Hoy en día la gente desayuna vinagre en vez de azúcar o miel y de mano sus primeras palabras son o elevando la voz u ofendiendo o faltando al respeto. No se dan cuenta que con educación se va a todos los sitios y se logran muchas más cosas que comportándose así.

Quien trabaja de cara al público es una persona, que siente y padece.

Todos tenemos problemas, probablemente la mayoría mucho más serios e importantes que los que puedan tener ellos, pero no hacemos pagar al resto del mundo por nuestra situación o nuestra mala suerte. La mayor parte de las veces si conocieran la vida de quien tienen enfrente lo más seguro es que dirían, pero yo de qué me quejo. Como dice la gran frase cuyo autor desconozco, “A quien juzgue mi camino, le presto mis zapatos”.

Todas las profesiones son respetables, todas las personas merecemos respeto, nadie tiene derecho a hacerte daño de forma gratuita o llevarte a las lágrimas como acabo de presenciar.

Nadie sabe el daño que está causando en la otra persona ni lo que la puede llevar a hacer como consecuencia del trato que le está dispensando. Son gotas que van colmando vasos y esos vasos un día desbordan y no todo el mundo es capaz de asimilar, canalizar y quedarse solo con lo bueno y toman por la calle del medio, pero claro, como eso no se ve, o no me pasa a mí o a los míos, que le pase a otro nos resbala.

Como dijo el gran Groucho “Que se pare el mundo que me bajo”, pues creo que cada vez estoy más convencida que o alguien pone remedio a esto de una vez o no va a haber sitio en la salida para bajarnos de tantos que vamos a querer hacerlo.

A Dios gracias las buenas personas prevalecen sobre las malas y solo con atender a una de ellas ya se compensan todos los sin sabores.

Quiero terminar este escrito con estas frases:

Antes de hablar piensen

Antes de ofender pónganse en el lugar del otro

Antes de herir imaginen que tienen enfrente a su madre

Si no son capaces de canalizar su ira salvo contra los demás, vayan a darse un paseo previo al bosque

Respiren hondo varias veces y expulsen el aire de forma muy lenta antes de actuar

El mundo no está en contra suya

Con educación se logran siempre mejores resultados

Las normas de urbanidad siempre han sido buenas consejeras

¡Gracias Infinitas a todas las personas educadas y maravillosas con las que tratamos cada día y que nos hacen sentirnos orgullosos aún de la humanidad!

¡Gracias Infinitas a todas las personas que nos hacen caer lágrimas de satisfacción y de sentimiento por su buen trato o sus bonitas palabras hacia nosotros!

¡Perdón a todas las personas a las que otras les han hecho daño, llorar, lastimado o causado un fuerte disgusto por su comportamiento hacia ellos!

¡Sonrían por favor, es el mejor regalo y la mejor carta de presentación!

12 comentarios sobre “¡Empatía!

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